Esto también puede aplicarse a los sucesos internos. Por ejemplo, si antes de actuar en público, un actor siente su corazón latir deprisa y lo interpreta como una activación que le ayudará a hacerlo mejor y con más energía, sentirá una emoción diferente a la que siente la persona que lo interpreta como un signo de debilidad que le impedirá hacerlo bien.
Por tanto, un modo bastante eficaz de manejar nuestras emociones comienza por manejar nuestros pensamientos, evaluaciones e interpretaciones de las situaciones, los demás y nosotros mismos. Si atiendes a tus pensamientos, te darás cuenta de que estos están unidos a las emociones. De esta forma te darás cuenta de que es mucho mas fácil intervenir a nivel de pensamientos que de emociones.
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